Traducción de María Cóndor Orduña Ilustración de Jordi Vila Delclòs |
Oscar Wilde, cuando escribió su única novela, -un paso más en su búsqueda esteticista de la belleza, con claro sabor gótico y decadente-, nunca imaginó que Dorian Gray terminaría declarando en su contra en el juicio al que fue sometido en 1895 por sodomía y por el que, tras ser declarado culpable, fue condenado a dos años de trabajos forzados; costándole -cual novela de terror- su prestigio y estabilidad económica, social y personal, hasta el triste final de su corta vida. De nada le sirvió su brillante ingenio ante un tribunal y una sociedad victoriana que no solo le consideraba el más extravagante de sus intelectuales, sino que utilizaron la novela como prueba de su "depravación" moral. "No se puede juzgar a un hombre por lo que escribe", diría Wilde en el proceso. Y es que aunque había hecho cambios previos a la primera edición (1890), moderando algunos pasajes homoeróticos; las críticas negativas a la versión ampliada (1891) que calificaban al texto como "empalagoso, nauseabundo, afeminado, sucio, contaminante", y como una obra que "mancharía a los jóvenes", siguieron sirviendo en el juicio como prueba contra él.
Ilustración de Pau Thiriat Grabado de Eugène Dete para la 1ª edición ilustrada en 1910 |
Y es que al joven y apuesto Dorian va a cumplírsele el deseo faustiano de que sea su retrato quien sufra la decadencia corporal y moral de su narcisista personalidad y de su extremo hedonismo vital. Mientras la pureza, fielmente retratada en el cuadro, desaparece de cada uno de sus actos; la maldad, el egoísmo, la perversidad... no dejarán marca en su semblante, pero si en el lienzo. El deseo de eterna juventud y la búsqueda inexcusable del placer terminarán convirtiéndose en tragedia. "La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno sea joven".
Ilustraciones de Henry Keen, edición de 1925 |
Ilustración en pantalla de Aubrey Beardsley Ilustración de Jordi Vila Delclòs |
Dorian Gray, el joven bello e inmaculado de quien Basil Hallward diría: "alguien cuya mera personalidad era tan fascinante que, si yo lo permitía, absorbería toda mi naturaleza, toda mi alma, mi arte mismo". Igualmente fascinaba a Lord Henry: "La gracia era suya, y la blanca pureza de la adolescencia, y una belleza como solo los antiguos mármoles griegos han conservado para nosotros." (...) "Hablar con él era como tocar un violín exquisito". Será en las largas charlas con el joven Dorian como Lord Henry interpretaría la partitura del deseo y el placer.
Retrato de Oscar Wilde y Dorian Gray por Victoria De Almeida |
Oscar Wilde retrató perfecta y críticamente a la sociedad de su época, recogiendo reflexiones sobre la vanidad, el narcisismo, el hedonismo, el individualismo, la arrogancia, la fidelidad, el amor, la belleza, la modernidad, la filantropía, la razón... y mostrando sus opiniones sobre la fama, la iglesia, el matrimonio, el arte, la literatura... centrándose en una preocupación ancestral y tan actual como el culto al cuerpo, a la belleza, a la apariencia, y el valor de lo joven, de lo aparentemente incorrupto y eterno.
"Hoy día la gente conoce el precio de todo, pero no sabe el valor de nada" (...) "Puedo soportar la fuerza bruta, pero la razón bruta es totalmente insoportable. Hay algo injusto en su uso." (...) "¡Fidelidad! En ella está la pasión por la propiedad. Tiraríamos muchas cosas si no temiéramos que pudieran recogerlas otros" (...) "son las personalidades, no los principios, los que mueven una época" (...) "Los hijos empiezan por querer a sus padres, cuando se hacen mayores los juzgan, a veces los perdonan" (...) "Cuando somos felices somos siempre buenos, pero cuando somos buenos no siempre somos felices." (...) "Los libros que el mundo llama inmorales son libros que muestran al mundo su propia vergüenza." (...) "Por recobrar la juventud haría cualquier cosa en el mundo, excepto hacer ejercicio, levantarme temprano o ser respetable".
"Como el retrato de un pesar,
un rostro sin corazón"
Hamlet. William Shakespeare.
Cádiz, abril de 2015
Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (Dublin, 16 de octubre de 1854 - Paris, 30 de noviembre de 1900) |
Clasicazo.
ResponderEliminarHoy traes un libro bastante recargado en sus formas pero tremendamente interesante, lleno de pensamientos que el autor utiliza para ir orientando al lector una y otra vez. Y todo ello sin deslucir la ironía de Wilde y su cinismo.
Me gusta en los detalles, como el protagonista va dejando que la influencia de su amigo cale en él harta repetir los razonamientos ajenos, por ejemplo. Es muestra del cuidado con el que se hizo esa caracterización.
Y, aunque los finales y yo tenemos roces, en este caso era inevitable
Besos
Formidable reseña. No sabía que Oscar Wilde consideraba que los tres personajes de alguna forma reflejaban su propia personalidad. El ingenuo, el idealista y el cínico.
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