sábado, 28 de febrero de 2015

7. Oliver Twist. Charles Dickens.


Traducción de José Méndez Herrera
Ilustración de la sobrecubierta Josep García
Ilustración del comedor de F. Barnard
Charles Dickens popularizó la mejor literatura gracias a su gran poder narrativo, su bella e inteligente prosa, su capacidad descriptiva de una realidad social que sus lectores reconocían, su habilidad para construir personajes creíbles que no dejaban indiferentes, y con un sentido del humor y manejo de la ironía puestas al servicio de la crítica social.
Oliver Twist es su segunda obra. Novela muy popular publicada por entregas mensuales desde 1837 a 1839. La adecuada dimensión de los fascículos publicados, acompañados de una cuidada ilustración de George Cruikshank y un magistral manejo de la intriga, le permitía jugar con la expectación de sus lectores-fans. Retrasando, a veces, la resolución de hechos y aumentando, así, la tensa espera del desenlace hasta posteriores entregas. Su ágil estilo le permitía también interactuar como narrador con sus personajes: "Como no sería nada correcto que un humilde autor dejase esperando a un personaje tan digno (...) hasta que le viniese en gana atenderle...". Los cortos capítulos y sus sugerentes finales agilizan y aceleran la lectura de una novela extensa. "Es una historia verdadera de pena, de aflicción y de pesar (...) y esas historias suelen ser largas; si fuera de pura dicha y alegría, sería muy breve". Si bien, no todo es desventura en Oliver Twist y su estructura narrativa (precursora de la narración cinematográfica) produce inteligentes vaivenes emotivos. "Es costumbre en el teatro, en todos los buenos y sanguinarios melodramas, presentar las escenas trágicas y cómicas por turno regular, como las capas rojas y blancas de un trozo de tocino entreverado bien curado".

Boceto de portada de la primera edición
del ilustrador George Cruikshank
Oliver Twist es el nombre aleatorio que recibe el protagonista al entrar en el orfanato. Casi desde el mismo momento de su nacimiento se convirtió en "el hijo de la parroquia, el hospiciano huérfano, el galopín humilde y famélico que ha de ser abofeteado y tundido a su paso por el mundo, despreciado por todos y por nadie compadecido". Una huida vital atravesando hospicios, albergues, corruptas Juntas parroquiales, Jueces con vistas insensibles, explotación infantil, calabozos, suburbios habitados por el lumpen londinense (rateros, prostitutas, asesinos)... Una "novela social" en parte autobiográfica (Dickens trabajó de niño en fábricas mientras su familia vivía en la cárcel) que abrió los ojos a la sociedad victoriana sobre el maltrato infantil en orfanatos y hospicios.
"El niño no había tenido nunca amigos por quienes interesarse ni que se interesasen por él. No guardaba en su imaginación el dolor de ninguna separación reciente: no pesaba en su corazón la ausencia de ningún rostro amado ni de grato recuerdo...". Pero toda la desventura, el hambre, el maltrato, las malas influencias, la necesidad, el entorno más mezquino y cruel, no podrán con la bondadosa, incorruptible y educada genética de Oliver. La criticada inocencia infantil idealizada de Oliver, no se corresponde solo a una estrategia del autor para conmover a los lectores ante la realidad social vivida por el protagonista, sino que es una muestra de la creencia cristiana de Dickens, de su discurso moralista de que el "bien" puede y debe prevalecer en las personas para obtener resultados óptimos en todos los aspectos de su vida. Dickens critica abiertamente en esta obra a los que maquiavélicamente defienden que el fin justifica los medios.

Ilustraciones de George Cruikshank
Habrá quién intente educar e instruir a Oliver en los principios de la supervivencia a través del pillaje y la ratería. Fagin, "el astuto judío había atrapado al muchacho en sus redes, y, después de haberle preparado el espíritu, por medio de la soledad y la tristeza, para que prefiriese cualquier compañía a la de sus tristes pensamientos en aquel melancólico lugar, iba inoculando lentamente en su alma el veneno que esperaba habría de ennegrecerla y cambiarla de color para siempre". Así le dirá al elenco de rateros a sus órdenes, refiriéndose a Oliver: "Una vez que le hayamos hecho comprender que es uno de los nuestros, una vez clavada en su imaginación la idea de que ha sido un ladrón, ya es nuestro. Nuestro para toda la vida".
Son muchos y atractivos los personajes nobles y villanos de esta novela. Quizá el más universal sea Londres. Una ciudad creciente y cambiante, incapaz de acoger sanamente a los miles de desfavorecidos que abandonaban el campo para venderse como mano de obra industrial. Dickens conoce bien la ciudad, la describe mejor y la hace visible: su amanecer, sus callejuelas, tabernas, mercados y suburbios... La influencia social de su descripción provocó el arreglo del insalubre entorno de la Isla de Jacob.
La novela describe contundentemente la difícil vida de las clases más desfavorecidas "En nuestras comisarías, todas las noches quedan apresados hombres y mujeres, por cargos insignificantes"; describe el concepto de cobertura y apoyo social institucional "El sabio principio del socorro exterior es dar a los pobres precisamente aquello que no necesitan, para que, así, se cansen de venir"; y con ironía se describen los caprichosos artífices del sistema judicial "el Juez Fang, si, en realidad, no tenía costumbre de beber más de lo estrictamente conveniente, bien pudiera haber puesto una demanda a su semblante por libelo, para resarcirse de graves daños".  Nos habla de una sociedad en la "que la inmunidad del sujeto y la libertad individual son unas de las primeras y mas altas vanaglorias del verdadero inglés". En la que la apariencia es aparentemente determinante: "Quitad al obispo su sotana o al celador su sombrero y sus galones, y ¿qué queda? Un hombre. (...) La dignidad y aún, a veces, la santidad son cuestión de traje más de lo que figura la gente" (...) "Mas la muerte, los incendios y el robo igualan a todos los hombres". 

Primera Edición de Oliver Twist
Dickens, a pesar de ser un hombre extremadamente religioso, cristiano, deja clara su posición ante la actitud eclesial que "con desdén hablan de llamas y venganzas" a los desposeídos. "Los turcos, después de lavarse la cara perfectamente, se vuelven hacia Oriente para rezar sus oraciones; estas buenas gentes (se refiere a los clérigos ingleses) después de frotar sus rostros contra el mundo hasta borrar de ellos su sonrisa, se vuelven con no menos regularidad hacia el lado más sombrío del cielo. ¿Entre el musulmán y el fariseo, encomendadme al primero!".
Su éxito proviene del certero retrato de las gentes y las formas de vida de la Inglaterra del momento. Posando su mirada incluso en los avances técnicos propios de la época: "Los pintores siempre pintan a las damas más bonitas de lo que son. De lo contrario, no tendrían clientela, hijo. El que inventó un aparato para sacar la imagen,  se habrá convencido de que eso no tiene éxito; es demasiada honradez, demasiada...". Dickens sin duda logra un bello impresionismo hiperrealista. El mismo Carlos Marx  dijo de él que "había proclamado más verdades de calado social y político que todos los discursos de profesionales de la política, agitadores y moralistas juntos". Como dice Guillermo Altares: no es ninguna casualidad que Dikens. Marx y Engels escribiesen lo que escribieron en aquellos años en Londres.

Oliver Twist terminó de catapultarlo a la fama que le permitiría mantener a su extensa familia (10 hijos), a su exmujer y a su nueva compañera... su continua necesidad de dinero le llevó de gira, haciendo multitudinarias lecturas de su obra, hasta su muerte a los 58 años.
Hoy podemos reconocer a muchos de sus personajes en nuestra realidad cotidiana. Nos sobran personajes dickensianos, quizás, lo que nos faltan son Dickens que nos los describan.
"Quién podría describir el gozo y el placer, la paz de espíritu y la dulce tranquilidad que el delicado muchacho disfrutará en el aire embalsamado y entre las verdes montañas y los bosques opulentos de una apartada aldea? ¿Quién sería capaz de expresar..."
Sin duda Charles Dickens
Cádiz, febrero 2015

Charles John Huffam Dickens
(Portsmouth, 7 de febrero de 1812 - Gads Hill Place, 9 de junio de 1870)



sábado, 21 de febrero de 2015

6. Robinson Crusoe. Daniel Defoe.

Traducción de Carlos Pujol
Ilustración Josep García
Mapa de la Isla Robinson Crusoe (Chile)
Daniel Defoe con la historia de Robinson Crusoe, relatada en pasado en forma de autobiografía de unos sucesos supuestamente reales, con un estilo narrativo sencillo, directo, principalmente centrado en describir los hechos acaecidos -propio de su condición de periodista y experto panfletista-,  se convirtió en el autor de la considerada primera novela inglesa y primera novela de aventuras.
Robinson Crusoe es su obra más famosa -de la que escribiría dos partes más que no tuvieron especial éxito-, que nos cuenta las peripecias de un naufrago, probablemente inspirada en dos marinos que pasaron por dicha experiencia: el escocés, Alexander Selkirk, y el español, Pedro Serrano. Sin duda, la sinopsis más clara y concisa de la obra, sea el título original de la primera edición de 1719: "La Vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada en las costas de América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco; habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres murieron menos él. Con una explicación de cómo al final fué insólitamente liberado por piratas. Escrito por él mismo".

Versión cinematográfica de Luis Buñuel 1954
El joven Robinson comete su pecado original de no aceptar la "vida tranquila" que su padre le ofrecía para el resto de sus días: "el grado superior de la vida modesta". Sus ansias de aventura no eran propia de su posición, clase "media" acomodada. Pero tras luchar contra la cordura y la sensatez "como se lucha contra una enfermedad" (...) "logré una victoria sobre mi conciencia", y se embarcó. Desde ese momento, como un castigo,  se encaminó hacia el infortunio. Y en cada embate del destino "aunque creí oír la enérgica voz de la razón y el buen sentido, aconsejándome que regresara a mi hogar, me sentía impotente para obedecerla" (...) "existe como un decreto superior e inexplicable que nos impulsa a ser los instrumentos de nuestra propia perdición". (...) "Como agente voluntario de mis desgracias (...) obedecí ciegamente los dictados de mi fantasía (...) seguí la disparatada inclinación a correr mundo".

Tras escapar de la esclavitud y guiado por el miedo de encontrarse con moriscos en el camino, decide no poner rumbo a Cádiz -Defoe la había visitado en 1704 siendo comerciante de vinos-. A partir de ahí, la fatalidad y sus decisiones, le llevará, finalmente, a tener que sobrevivir solo en una isla alejada de las vías marítimas comerciales. Robinson Crusoe tendrá que enfrentarse a la naturaleza, a su falta de conocimientos prácticos y su poca destreza en el manejo de las herramientas, a sus miedos -que influirán y determinarán muchas de sus acciones y decisiones- y a la soledad. Por contra contará con una isla llena de tiempo, con su constancia y empeño en las empresas que emprendía y con el favor de la "Divina Providencia" que le era siempre favorable en "el debe y haber, de los consuelos de que gozaba frente a las desgracias que sufría".
Ilustraciones de J. J. Grandville

La Providencia llevó a la isla una Biblia, cuya lectura haría vencer a la religiosidad la batalla contra la razón. Su conversión le facilitará entender su situación y dar una explicación espiritual a cada suceso acontecido, así como será el medio que le permitirá controlar sus miedos y temores continuos. Para librarse, entre otros, del "Diablo (...) que tiene una entrada secreta a nuestras pasiones y a nuestros afectos (...) y hace que corramos por voluntad propia hacia nuestra perdición". 
Robinson Crusoe no solo tendrá tiempo para ingeniárselas hábilmente para sobrevivir, sino que también para "celebrar consejo con sus propios pensamientos" sobre multitud de cuestiones humanas:  el valor del dinero, la felicidad y la soledad, la avaricia y la envidia, el origen del descontento humano, el cambio de los deseos, etc.

Ilustración de Julio Fesquet 1877
Mucho se ha interpretado la obra de Defoe, desde distintas ópticas y escuelas filosóficas y políticas. Hay quienes han visto en Crusoe la representación del Homo Economicus propio de la era capitalista que nace en el S. XVIII: espíritu aventurero y emprendedor, movido siempre por el interés personal de mejora individual, de toma de decisiones prácticas, capaz de vender a su compañero de huida de la esclavitud o de cambiar de religión por intereses patrimoniales... Aparecerá hasta en el Capital; Carlos Marx lo pondrá como ejemplo de productor pre-capitalista.
También será interpretado como símbolo del Colonialismo Británico, reuniendo entre sus valores y actitudes los principios de la "supremacía" de su civilización frente a lo indígena. Su colonialismo cultural y religioso son evidenciados en su relación con el indígena Viernes al que considerará un criado, su concepto de la mujer como objeto, su autoconcepto de dueño y señor de la isla, la supremacía de lo Inglés por encima de otras nacionalidades. De los españoles Crusoe diría: "los españoles, cuyas crueldades en América se habían difundido por todos los países (...) una auténtica matanza, un sangriento e inhumano ejemplo de crueldad, injustificable tanto ante Dios como ante los hombres; (...) el reino de España se distingue por engendrar una raza de hombres sin sentimiento".

Daniel Defoe pasó muchas penurias económicas producidas por negocios fallidos y deudas que le llevaron a la cárcel. Se piensa que cuando le llegó la muerte, vivía casi clandestinamente para evitar a sus acreedores. Su novela no le produjo los beneficios que daría a sus descendientes. A finales del S. XIX era el libro más leído, después de la Biblia, y el más traducido y editado.
Robinson Crusoe supuso la apertura de la literatura a nuevos lectores más populares, gracias a su estilo vitalista, rasgo propio de la narrativa moderna. Más allá del "tratado de edificación cristiana" pretendido por Defoe, Robinson Crusoe es un clásico de la novela de aventuras.
"(...) me había alejado de todas las iniquidades de este mundo. No tenía ni la concupiscencia de la carne, ni la de los ojos, ni la vanidad de la vida. No tenía nada que envidiar, porque tenía todo de lo que era capaz de disfrutar (...) y podía titularme emperador de todo aquel país del que había tomado posesión".

Robinson Crusoe, de cómo el miedo al naufragio de la soledad nos hace navegar sin rumbo hasta la isla que somos, la que debemos explorar, aceptar y amar.


Cádiz, febrero 2015

Daniel Defoe (Daniel Foe)
(Londres, 10 de octubre de 1660? - Londres, 24 de abril de 1731)
Portada e ilustración original de John Pine

martes, 17 de febrero de 2015

5. El Libro De La Selva (1 y 2). Rudyard Kipling.

Traducción de Gabriela Bustelo.
Ilustración de sobrecubierta de Josep García.
Ruyard Kipling mezcló poesía, canción, mitos populares e historias tradicionales -escuchadas en los años que vivió en Lahore (hoy Pakistan)-, con su creativa capacidad cuentística en el primer Libro de la Selva (1894) y el Segundo Libro de la Selva (1895) que conforman la también conocida como "El libro de las tierras vírgenes".
Una obra de vocación educativa, moralista, y fabulista; cuyos personajes -animales antropomórficos- transmiten los principales y  más altos valores humanos. Interesantes historias, proverbios, refranes, máximas, sentencias... compendio de lecciones morales, con la naturaleza más instintiva y animal como medio y recurso literario.
Así, un chacal comenta a una cigüeña y a un cocodrilo: "Hay palabras que son todo hojas, no tienen fruto". Y lo que seguro que no es mentira es que las palabras de Kipling tienen mucha enjundia, y su fruto se encontrará en forma de moraleja, que cada lector/a podrá descubrir en cada una de sus historias. Siguiendo la suerte de Esopo, La Fontaine, Iriarte y Samaniego, sus enseñanzas también serían usadas para educar a los/as más jóvenes. El mismo Baden Powel le pediría permiso para usar El libro de la selva como manual escultista.

Ilustraciones de John Lockwood Kipling -padre de Kipling-,
William Henry Drake y Alexander Koshkin.
Desde 1967 se popularizaría con la "versión" de Disney. El libro no es que sea mejor que la película, es que la película no es el libro. La historia de Mowgli ("ranita"), el niño criado por los lobos en la selva, que tiene como protector a una pantera y a un oso, no es la única historia contada por Kipling. Además, los personajes son desvirtuados por la factoría Disney, transmitiendo a los infantes actitudes y valores bien diferentes de los originales. Así, Baloo no es un oso bobo sino el sabio maestro de los cachorros de la jungla, garante y gestor de la memoria y las leyes de la selva. Kaa no es la lenta y sanguinaria serpiente sino el ser más longevo y sabio de la selva, una rápida pitón veloz como Baghira, que salvará la vida a su amigo Mowgli al que le gusta dormir en sus cómodos anillos. Los elefantes no son los torpes animales que pasan el día marchando militarmente, sino seres libres capaces de abandonar cualquier disciplina para pasar toda una noche danzando. Será un elefante ("Dos colas") quién dirá a sus compañeros camellos, caballos, mulos y bueyes: "... si viera las cosas dentro de la cabeza (...) si fuera sabio... la verdad es que no estaría aquí", refiriéndose al ejército de los "Servidores de su majestad".
El libro de la selva también es Kotick, una foca albina que tratará de mostrar a sus congéneres las verdaderas causas de la desaparición de focas jóvenes y de convencerles de buscar mejores islas donde vivir. Y también lo son Rikki-Tikki la valiente mangosta, Kotuko el persistente esquimal y Magar-Ghaut el respetable y anciano cocodrilo...

Edición de 1941
Mowgli se siente parte de dos mundos que le aceptan y le expulsan a la vez, de los que se siente atraídos y en los que no encaja del todo. 
"Ambas cosas luchan dentro de mí,
como luchan las serpientes en primavera. (...)
Soy dos Mowglis, (...)
Me pesa el corazón
por todas las cosas que no entiendo."
Se siente parte de la Selva, de todos los animales que cumplen su Ley, excepto de los Monos (los Bandar-log) que "no tienen ley, (...) ni habla propia (...) No tienen jefes. No tienen memoria."
Y sabe que forma parte de los Hombres. Los que usan "el palo que vuela (hacha), la mosca punzante que sale del humo blanco (rifle) (...) y la Flor Roja (fuego)". Los que duermen "en trozos de madera dura, dentro de unas trampas de barro, sin corriente de aire limpio, y se echan unas telas apestosas sobre las cabezas y hacen unos ruidos terribles con la nariz". Los que "no están contentos si no están preparando trampas para otros hombres"(...) "y se matan unos a otros, quedando muy satisfechos".

Quince historias que muestran los conocimientos necesarios para crecer, para sobrevivir; que nos hablan de valores de convivencia, de respeto a la naturaleza y de la tolerancia hacia los otros; de la importancia de la identidad, del sentido de pertenencia a la manada, a la tribu, a la selva y al poblado; del papel de las leyes naturales y de lo acordado.
Como el "Aviso del Cazador Forastero" que grita cuando está fuera de su territorio: "Dadme permiso para cazar aquí, porque tengo hambre". Al que se le debe responder: "Cazad, pues, para comer, pero no por placer".
Sobre esto, la ley de la selva también dice:
"Si le robáis la caza a alguien más débil,
no devoréis jamás toda la presa.
Los inferiores tienen su Derecho:
dejadle, pues, la piel y la cabeza."
Bellos principios éticos -humanos- muy poco fundamentados en la naturaleza animal de quienes los representan. El antropocentrismo de Kipling levantó algunas críticas, así como la imagen negativa que se daba a la naturaleza -feroz- de algún animal, como la del tigre Shere Khan.

Ilustraciones de John Lockwood Kipling,
William Henry Drake y Alexander Koshkin.
La humanización de los personajes animales permitirá hablar de temas delicados como la religión:
Cuenta el elefante Hathi: "El Señor de la Selva era Tha, el Primer Elefante. Sacó la selva entre las aguas profundas, con la trompa; y por donde hizo surcos en la tierra, con los colmillos corrieron los ríos (...) La historia habrá ido engordando con el tiempo -susurro Baghira, y Mowgli soltó una carcajada..."
O hablar del sentido de la guerra
"Dando vueltas entre lejanas tierras,
nos llevan a la guerra nuestros guías.
Mientras tanto, los hombres que nos llevan
polvorientos y sin hablar caminan,
pues no saben por qué, nosotros y ellos,
sufrimos esta marcha cada día.
El único hijo varón de Kipling moriría años después en la primera guerra mundial.
El Nobel de Literatura de 1907, aunque rechazó todos los honores y premios concedidos en su país -incluido el de Sir- pronto se convertiría popularmente en el "escritor del imperio británico". En su obra queda clara su posición en el conflicto civilizatorio entre la metrópolis (Inglaterra) y la Colonia (India): "... lo que es bueno para un inglés es el doble de bueno para un asiático". 
Pero el imperio que finalmente prevalece, resolviendo y dando sentido es el de la naturaleza cuando llega la "Temporada del Lenguaje Nuevo":
"Así es el ruido de la primavera... un estruendo vibrante que no hacen las abejas, ni el agua que cae, ni el viento en las copas de los árboles, sino un mundo cálido que ronronea felicidad"
(...)
¡¡Que entre la Selva!!

Cádiz, febrero 2015

Joseph Ruyard Kipling
(Bombay, 30 de diciembre de 1865 - Londres, 18 de enero de 1936)

miércoles, 4 de febrero de 2015

4. La Isla Del Tesoro. Robert Louis Stevenson.

Traducción de María Durante.
Ilustración Josep García.
Robert Louis Stevenson, si no es el mejor escritor de aventuras de la historia de la literatura, sin duda es el mejor padrastro de mundo, capaz de regalar tan bella obra creada a partir de una isla de acuarela pintada por su hijastro de 12 años. Stevenson, maestro en la elección de palabras, minucioso alfarero de personajes, exquisito tejedor de historias, fue capaz de fabricar La Novela de Aventuras a partir de un juego de verano, ciñéndose a las premisas y elecciones que su familia le imponía sobre personajes y trama. Cada mañana escribía un capítulo de final sugestivo y abierto, que mientras leía en voz alta,  a partir de aquel mismo momento, dibujaría para los presentes y para todas nosotras, el imaginario colectivo del mundo de los piratas en forma de sanguinarios ladrones de mar, que portan loros parlanchines en sus hombros, que navegan por el Caribe en goletas con calaveras por insignias y en busca de tesoros marcados con una X en mapas secretos, que beben ron sin parar y riñen y bailan despreocupados a pesar de que a alguno le falte una pierna, un ojo o una mano.

"Jamás en la vida he visto a hombres menos preocupados por el día de mañana; vivir al día es la única expresión capaz de describir su forma de actuar..." (...)

"Quince hombres sobre el baúl del muerto...
¡Yujujú, y una botella de ron!
Belcebú y la bebida acabaron con su vida...
¡Yujujú, y una botella de ron!"

Ilustraciones de Wal Paget 
(...)"Cuánta sangre y cuánto dolor, cuántas buenas naves hundidas en el fondo del mar, cuántos hombres valientes caminando por la tabla con los ojos vendados, cuántos cañonazos..." Cuánta intriga, misterio, aventura, sorpresa y emoción en cada página, acción y diálogo.

Una aventura narrada por Jim Hawkins un adolescente que ayuda a sus padres a regentar la aburrida posada del Almirante Benbow, hasta que se aloja en ella un viejo marinero, Billy Bones, que atraerá al lugar a antiguos miembros de la tripulación del temible pirata Capitán Flint, que harán posible que Jim viva la aventura más impresionante que cualquier joven pueda desear.

Un viaje iniciático para el protagonista y el lector, un "rito de paso" vivencial y literario, una vez muerto el padre, volar en busca de un tesoro... una atractiva vocación juvenil por la aventura, ahora en comunión con la vocación transgresora de los "caballeros de fortuna" (piratas), reflejada en sus deseos de libertad, placer y en su rechazo a naciones, ejércitos y leyes.

Treasure Island
Publicada en 1883
Stevenson nos muestra dos mundos aparentemente antagónicos,  alejados por los modales, posición y reconocimiento social. Por una parte la nobleza británica de rango inferior, los dignatarios rurales y ricos terratenientes -como el caballero Trelawney-, y por otra parte la piratería británica también de rango inferior, marineros truhanes y seductores piratas en excedencia -como "El cocinero de abordo"-. Dos mundos con distintas leyes pero unidos por la ambigüedad moral de la búsqueda del propio beneficio y la ambición: la del noble por obtener un botín robado por otro, y la del pirata por recuperar un botín que le permita dignificarse.

"Matón y listo. Pero fíjate bien: yo soy una buena persona, como quien dice, un caballero (...) Lo primero es la obligación, compadre. Mi voto es este: muerte. Cuando esté en el Parlamento y vaya en carroza, no quiero ver a ninguno de esos leguleyos de mar aparecer por mi puerta sin avisar, como el demonio en la iglesia." Pareciera que el autor se preguntara tanto por el origen de las fortunas de los Parlamentarios británicos como por el pasado de los mismos.

¿Literatura juvenil... apta para adultos?, ¿Clásico de la literatura... apta para jóvenes? En definitiva, no parecería una paradoja incongruente "obligar" a los adultos a regalar a los niños y niñas de 11 o 12 años alguna maravillosa edición de la novela; "obligándoles" a ser libres leyendo esta maravillosa obra de Tusitala (el contador de historias) como llamaban a Stevenson en su retiro samoano. Como dijo Borges: "Leer la Isla del Tesoro es una de las formas de la felicidad".


Cádiz, febrero 2015

Robert Louis Stevenson
(Edimburgo, 13 de noviembre de 1850 - Samoa, 3 de diciembre de 1894)