sábado, 28 de febrero de 2015

7. Oliver Twist. Charles Dickens.


Traducción de José Méndez Herrera
Ilustración de la sobrecubierta Josep García
Ilustración del comedor de F. Barnard
Charles Dickens popularizó la mejor literatura gracias a su gran poder narrativo, su bella e inteligente prosa, su capacidad descriptiva de una realidad social que sus lectores reconocían, su habilidad para construir personajes creíbles que no dejaban indiferentes, y con un sentido del humor y manejo de la ironía puestas al servicio de la crítica social.
Oliver Twist es su segunda obra. Novela muy popular publicada por entregas mensuales desde 1837 a 1839. La adecuada dimensión de los fascículos publicados, acompañados de una cuidada ilustración de George Cruikshank y un magistral manejo de la intriga, le permitía jugar con la expectación de sus lectores-fans. Retrasando, a veces, la resolución de hechos y aumentando, así, la tensa espera del desenlace hasta posteriores entregas. Su ágil estilo le permitía también interactuar como narrador con sus personajes: "Como no sería nada correcto que un humilde autor dejase esperando a un personaje tan digno (...) hasta que le viniese en gana atenderle...". Los cortos capítulos y sus sugerentes finales agilizan y aceleran la lectura de una novela extensa. "Es una historia verdadera de pena, de aflicción y de pesar (...) y esas historias suelen ser largas; si fuera de pura dicha y alegría, sería muy breve". Si bien, no todo es desventura en Oliver Twist y su estructura narrativa (precursora de la narración cinematográfica) produce inteligentes vaivenes emotivos. "Es costumbre en el teatro, en todos los buenos y sanguinarios melodramas, presentar las escenas trágicas y cómicas por turno regular, como las capas rojas y blancas de un trozo de tocino entreverado bien curado".

Boceto de portada de la primera edición
del ilustrador George Cruikshank
Oliver Twist es el nombre aleatorio que recibe el protagonista al entrar en el orfanato. Casi desde el mismo momento de su nacimiento se convirtió en "el hijo de la parroquia, el hospiciano huérfano, el galopín humilde y famélico que ha de ser abofeteado y tundido a su paso por el mundo, despreciado por todos y por nadie compadecido". Una huida vital atravesando hospicios, albergues, corruptas Juntas parroquiales, Jueces con vistas insensibles, explotación infantil, calabozos, suburbios habitados por el lumpen londinense (rateros, prostitutas, asesinos)... Una "novela social" en parte autobiográfica (Dickens trabajó de niño en fábricas mientras su familia vivía en la cárcel) que abrió los ojos a la sociedad victoriana sobre el maltrato infantil en orfanatos y hospicios.
"El niño no había tenido nunca amigos por quienes interesarse ni que se interesasen por él. No guardaba en su imaginación el dolor de ninguna separación reciente: no pesaba en su corazón la ausencia de ningún rostro amado ni de grato recuerdo...". Pero toda la desventura, el hambre, el maltrato, las malas influencias, la necesidad, el entorno más mezquino y cruel, no podrán con la bondadosa, incorruptible y educada genética de Oliver. La criticada inocencia infantil idealizada de Oliver, no se corresponde solo a una estrategia del autor para conmover a los lectores ante la realidad social vivida por el protagonista, sino que es una muestra de la creencia cristiana de Dickens, de su discurso moralista de que el "bien" puede y debe prevalecer en las personas para obtener resultados óptimos en todos los aspectos de su vida. Dickens critica abiertamente en esta obra a los que maquiavélicamente defienden que el fin justifica los medios.

Ilustraciones de George Cruikshank
Habrá quién intente educar e instruir a Oliver en los principios de la supervivencia a través del pillaje y la ratería. Fagin, "el astuto judío había atrapado al muchacho en sus redes, y, después de haberle preparado el espíritu, por medio de la soledad y la tristeza, para que prefiriese cualquier compañía a la de sus tristes pensamientos en aquel melancólico lugar, iba inoculando lentamente en su alma el veneno que esperaba habría de ennegrecerla y cambiarla de color para siempre". Así le dirá al elenco de rateros a sus órdenes, refiriéndose a Oliver: "Una vez que le hayamos hecho comprender que es uno de los nuestros, una vez clavada en su imaginación la idea de que ha sido un ladrón, ya es nuestro. Nuestro para toda la vida".
Son muchos y atractivos los personajes nobles y villanos de esta novela. Quizá el más universal sea Londres. Una ciudad creciente y cambiante, incapaz de acoger sanamente a los miles de desfavorecidos que abandonaban el campo para venderse como mano de obra industrial. Dickens conoce bien la ciudad, la describe mejor y la hace visible: su amanecer, sus callejuelas, tabernas, mercados y suburbios... La influencia social de su descripción provocó el arreglo del insalubre entorno de la Isla de Jacob.
La novela describe contundentemente la difícil vida de las clases más desfavorecidas "En nuestras comisarías, todas las noches quedan apresados hombres y mujeres, por cargos insignificantes"; describe el concepto de cobertura y apoyo social institucional "El sabio principio del socorro exterior es dar a los pobres precisamente aquello que no necesitan, para que, así, se cansen de venir"; y con ironía se describen los caprichosos artífices del sistema judicial "el Juez Fang, si, en realidad, no tenía costumbre de beber más de lo estrictamente conveniente, bien pudiera haber puesto una demanda a su semblante por libelo, para resarcirse de graves daños".  Nos habla de una sociedad en la "que la inmunidad del sujeto y la libertad individual son unas de las primeras y mas altas vanaglorias del verdadero inglés". En la que la apariencia es aparentemente determinante: "Quitad al obispo su sotana o al celador su sombrero y sus galones, y ¿qué queda? Un hombre. (...) La dignidad y aún, a veces, la santidad son cuestión de traje más de lo que figura la gente" (...) "Mas la muerte, los incendios y el robo igualan a todos los hombres". 

Primera Edición de Oliver Twist
Dickens, a pesar de ser un hombre extremadamente religioso, cristiano, deja clara su posición ante la actitud eclesial que "con desdén hablan de llamas y venganzas" a los desposeídos. "Los turcos, después de lavarse la cara perfectamente, se vuelven hacia Oriente para rezar sus oraciones; estas buenas gentes (se refiere a los clérigos ingleses) después de frotar sus rostros contra el mundo hasta borrar de ellos su sonrisa, se vuelven con no menos regularidad hacia el lado más sombrío del cielo. ¿Entre el musulmán y el fariseo, encomendadme al primero!".
Su éxito proviene del certero retrato de las gentes y las formas de vida de la Inglaterra del momento. Posando su mirada incluso en los avances técnicos propios de la época: "Los pintores siempre pintan a las damas más bonitas de lo que son. De lo contrario, no tendrían clientela, hijo. El que inventó un aparato para sacar la imagen,  se habrá convencido de que eso no tiene éxito; es demasiada honradez, demasiada...". Dickens sin duda logra un bello impresionismo hiperrealista. El mismo Carlos Marx  dijo de él que "había proclamado más verdades de calado social y político que todos los discursos de profesionales de la política, agitadores y moralistas juntos". Como dice Guillermo Altares: no es ninguna casualidad que Dikens. Marx y Engels escribiesen lo que escribieron en aquellos años en Londres.

Oliver Twist terminó de catapultarlo a la fama que le permitiría mantener a su extensa familia (10 hijos), a su exmujer y a su nueva compañera... su continua necesidad de dinero le llevó de gira, haciendo multitudinarias lecturas de su obra, hasta su muerte a los 58 años.
Hoy podemos reconocer a muchos de sus personajes en nuestra realidad cotidiana. Nos sobran personajes dickensianos, quizás, lo que nos faltan son Dickens que nos los describan.
"Quién podría describir el gozo y el placer, la paz de espíritu y la dulce tranquilidad que el delicado muchacho disfrutará en el aire embalsamado y entre las verdes montañas y los bosques opulentos de una apartada aldea? ¿Quién sería capaz de expresar..."
Sin duda Charles Dickens
Cádiz, febrero 2015

Charles John Huffam Dickens
(Portsmouth, 7 de febrero de 1812 - Gads Hill Place, 9 de junio de 1870)



No hay comentarios:

Publicar un comentario