miércoles, 21 de enero de 2015

2. Colmillo Blanco. Jack London.

Traducción de Mª del Mar Hernández.
Ilustración Josep García
Jack London plasmó en sus historias y en sus personajes, la mezcla de poesía y violencia con la que él mismo vivió su imprevisible existencia.

Colmillo Blanco, está contada desde la óptica de su personaje principal -un lobo con pasado genético perruno-. Es una historia en la que conocemos y vivimos, como en primera "persona", la primacía del instinto animal como motor vital para sobrevivir cada instante. Desde la vida gregaria de la manada que favorece solo a los más aptos, hasta "evolucionar" a la vida dependiente y sumisa al "dios-amo" de la domesticación.

Lobos, perros, humanos, todos seres insignificantes inmersos en una naturaleza apabullante, la de las Tierras Vírgenes, los fríos bosques del norte de Canadá, que sobre todo a los hombres les hace sentir "finitos y pequeños, motas y partículas diminutas moviéndose gracias a su débil astucia y poca agudeza a través de la obra e interacción de los grandes elementos y de las fuerzas ciegas de la naturaleza".

La vida de la manada de los progenitores de Colmillo Blanco, su infancia, su contacto con el medio, la relación con su madre la loba Kiche... nos permite sentir y comprender, la naturaleza de la supervivencia: el voraz apetito y el instinto depredador constante; el aprendizaje vital que produce el dolor, las restricciones, las limitaciones; el valor del miedo para subsistir, para crecer. Un lobezno que "Estaba demasiado ocupado y feliz como para darse cuenta de que se sentía feliz". Un aprendizaje válido para su entorno natural y un instinto decisivo para sobrevivir luego con el ser humano, en su cautiverio y a su domesticación.

Ilustraciones de Mary Evans Picture Library
Un "animal-hombre"que para Colmillo Blanco "eran criaturas que dominaban, poseedores de todas las potencias desconocidas e imposibles, señores de lo vivo y de lo inerte, que hacían obedecer a lo que se movía, que hacían moverse a lo que no se movía y que creaban vida (...) ¡Eran los artífices del fuego! ¡Eran dioses!".

"Aquellos hombres eran su entorno y ellos eran los que, con su barro, modelaban un ser mucho más feroz de lo que la naturaleza había previsto. Sin embargo, la naturaleza le había conferido plasticidad". La misma que le permitió adaptarse y sobrevivir a la sumisión a amos crueles, a entornos hostiles, a entornos amigables y a amos amorosos.

La novela, siempre recomendada para jóvenes lectores -y que debería acompañar a la compra/regalo de cualquier mascota- fue un éxito en su lanzamiento en 1905 y también polémica por la llamada "Controversia de los falsificadores de la naturaleza". Así, el mismo presidente norteamericano Theodore Roosevelt acusó al autor de la supuesta humanización del protagonista animal de la historia. Jack London no entró entonces en la polémica. Solo años después recordó cómo aún a expensas de deteriorar su estilo, en la novela reiteraba "Él no pensó esas cosas; él solo las hizo"; dejando claro que sus perros-héroes no estaban guiados por razonamiento abstracto.

"Si el lobezno hubiera pensado como lo hacen los hombres, habría calificado la vida como un voraz apetito, y el mundo como el lugar en el que vagan multitud de apetitos persiguiendo y siendo perseguidos, cazando y siendo cazados, devorando y siendo devorados, y todo ello en la ceguera y la confusión, con violencia y desorden, un caos de gula y matanza gobernado por la suerte, la ferocidad y la casualidad en un proceso sin fin".

Con un estilo narrativo ágil, fácil y ameno que permite su rápida lectura. Capaz de imbuirte miedo ante el próximo desenlace sangriento de la partida de caza. Haciéndote retirar el libro para que no te salpique la sangre. Es maravilloso cuando las palabras impresas son más reales, más impactantes, que unas imágenes vistas mil veces en documentales y a las que ya no prestamos atención porque no nos conmueven. Quizá, no es que seamos insensibles a la tragedia, sino más bien al medio. Y la buena literatura es un medio que sobrevive a la insensibilidad.

Cádiz, enero 2015.


Jack London(John Griffith Chaney )
(San Francisco, 12 de enero de 1876-
 Glen Ellen, 22 de noviembre de 1916)


2 comentarios:

  1. Deberían venderse las mascotas con un libro, no es un instructivo pero libros como este sensibilizan.

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  2. Cuenta Nadia Kruskaia, la mujer de Lenin, que cuando el líder de la revolución de octubre estaba en las últimas y apenas si hablaba, le indicó que le leyera algo de Jack London. (...) De Recordar, y leer, a Jack London (1876-1916) por Gregorio Morán
    http://www.sinpermiso.info/textos/recordar-y-leer-a-jack-london-1876-1916

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