martes, 17 de febrero de 2015

5. El Libro De La Selva (1 y 2). Rudyard Kipling.

Traducción de Gabriela Bustelo.
Ilustración de sobrecubierta de Josep García.
Ruyard Kipling mezcló poesía, canción, mitos populares e historias tradicionales -escuchadas en los años que vivió en Lahore (hoy Pakistan)-, con su creativa capacidad cuentística en el primer Libro de la Selva (1894) y el Segundo Libro de la Selva (1895) que conforman la también conocida como "El libro de las tierras vírgenes".
Una obra de vocación educativa, moralista, y fabulista; cuyos personajes -animales antropomórficos- transmiten los principales y  más altos valores humanos. Interesantes historias, proverbios, refranes, máximas, sentencias... compendio de lecciones morales, con la naturaleza más instintiva y animal como medio y recurso literario.
Así, un chacal comenta a una cigüeña y a un cocodrilo: "Hay palabras que son todo hojas, no tienen fruto". Y lo que seguro que no es mentira es que las palabras de Kipling tienen mucha enjundia, y su fruto se encontrará en forma de moraleja, que cada lector/a podrá descubrir en cada una de sus historias. Siguiendo la suerte de Esopo, La Fontaine, Iriarte y Samaniego, sus enseñanzas también serían usadas para educar a los/as más jóvenes. El mismo Baden Powel le pediría permiso para usar El libro de la selva como manual escultista.

Ilustraciones de John Lockwood Kipling -padre de Kipling-,
William Henry Drake y Alexander Koshkin.
Desde 1967 se popularizaría con la "versión" de Disney. El libro no es que sea mejor que la película, es que la película no es el libro. La historia de Mowgli ("ranita"), el niño criado por los lobos en la selva, que tiene como protector a una pantera y a un oso, no es la única historia contada por Kipling. Además, los personajes son desvirtuados por la factoría Disney, transmitiendo a los infantes actitudes y valores bien diferentes de los originales. Así, Baloo no es un oso bobo sino el sabio maestro de los cachorros de la jungla, garante y gestor de la memoria y las leyes de la selva. Kaa no es la lenta y sanguinaria serpiente sino el ser más longevo y sabio de la selva, una rápida pitón veloz como Baghira, que salvará la vida a su amigo Mowgli al que le gusta dormir en sus cómodos anillos. Los elefantes no son los torpes animales que pasan el día marchando militarmente, sino seres libres capaces de abandonar cualquier disciplina para pasar toda una noche danzando. Será un elefante ("Dos colas") quién dirá a sus compañeros camellos, caballos, mulos y bueyes: "... si viera las cosas dentro de la cabeza (...) si fuera sabio... la verdad es que no estaría aquí", refiriéndose al ejército de los "Servidores de su majestad".
El libro de la selva también es Kotick, una foca albina que tratará de mostrar a sus congéneres las verdaderas causas de la desaparición de focas jóvenes y de convencerles de buscar mejores islas donde vivir. Y también lo son Rikki-Tikki la valiente mangosta, Kotuko el persistente esquimal y Magar-Ghaut el respetable y anciano cocodrilo...

Edición de 1941
Mowgli se siente parte de dos mundos que le aceptan y le expulsan a la vez, de los que se siente atraídos y en los que no encaja del todo. 
"Ambas cosas luchan dentro de mí,
como luchan las serpientes en primavera. (...)
Soy dos Mowglis, (...)
Me pesa el corazón
por todas las cosas que no entiendo."
Se siente parte de la Selva, de todos los animales que cumplen su Ley, excepto de los Monos (los Bandar-log) que "no tienen ley, (...) ni habla propia (...) No tienen jefes. No tienen memoria."
Y sabe que forma parte de los Hombres. Los que usan "el palo que vuela (hacha), la mosca punzante que sale del humo blanco (rifle) (...) y la Flor Roja (fuego)". Los que duermen "en trozos de madera dura, dentro de unas trampas de barro, sin corriente de aire limpio, y se echan unas telas apestosas sobre las cabezas y hacen unos ruidos terribles con la nariz". Los que "no están contentos si no están preparando trampas para otros hombres"(...) "y se matan unos a otros, quedando muy satisfechos".

Quince historias que muestran los conocimientos necesarios para crecer, para sobrevivir; que nos hablan de valores de convivencia, de respeto a la naturaleza y de la tolerancia hacia los otros; de la importancia de la identidad, del sentido de pertenencia a la manada, a la tribu, a la selva y al poblado; del papel de las leyes naturales y de lo acordado.
Como el "Aviso del Cazador Forastero" que grita cuando está fuera de su territorio: "Dadme permiso para cazar aquí, porque tengo hambre". Al que se le debe responder: "Cazad, pues, para comer, pero no por placer".
Sobre esto, la ley de la selva también dice:
"Si le robáis la caza a alguien más débil,
no devoréis jamás toda la presa.
Los inferiores tienen su Derecho:
dejadle, pues, la piel y la cabeza."
Bellos principios éticos -humanos- muy poco fundamentados en la naturaleza animal de quienes los representan. El antropocentrismo de Kipling levantó algunas críticas, así como la imagen negativa que se daba a la naturaleza -feroz- de algún animal, como la del tigre Shere Khan.

Ilustraciones de John Lockwood Kipling,
William Henry Drake y Alexander Koshkin.
La humanización de los personajes animales permitirá hablar de temas delicados como la religión:
Cuenta el elefante Hathi: "El Señor de la Selva era Tha, el Primer Elefante. Sacó la selva entre las aguas profundas, con la trompa; y por donde hizo surcos en la tierra, con los colmillos corrieron los ríos (...) La historia habrá ido engordando con el tiempo -susurro Baghira, y Mowgli soltó una carcajada..."
O hablar del sentido de la guerra
"Dando vueltas entre lejanas tierras,
nos llevan a la guerra nuestros guías.
Mientras tanto, los hombres que nos llevan
polvorientos y sin hablar caminan,
pues no saben por qué, nosotros y ellos,
sufrimos esta marcha cada día.
El único hijo varón de Kipling moriría años después en la primera guerra mundial.
El Nobel de Literatura de 1907, aunque rechazó todos los honores y premios concedidos en su país -incluido el de Sir- pronto se convertiría popularmente en el "escritor del imperio británico". En su obra queda clara su posición en el conflicto civilizatorio entre la metrópolis (Inglaterra) y la Colonia (India): "... lo que es bueno para un inglés es el doble de bueno para un asiático". 
Pero el imperio que finalmente prevalece, resolviendo y dando sentido es el de la naturaleza cuando llega la "Temporada del Lenguaje Nuevo":
"Así es el ruido de la primavera... un estruendo vibrante que no hacen las abejas, ni el agua que cae, ni el viento en las copas de los árboles, sino un mundo cálido que ronronea felicidad"
(...)
¡¡Que entre la Selva!!

Cádiz, febrero 2015

Joseph Ruyard Kipling
(Bombay, 30 de diciembre de 1865 - Londres, 18 de enero de 1936)

3 comentarios:

  1. Hola.
    Gracias por la información y la reflexión. Hasta ya me dieron ganas de leer el libro completo para descubrir todas esas historias.
    ¿Será qué es muy diferente la versión de Disney porque el libro toca cosas más complejas?
    Un saludo, te paso mi blog si lo quieres leer, me gustaría tú opinión: http://elfuegoestaenmi.blogspot.mx/

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  2. Preciosa descripción de un precioso libro. Yo lo leí hace muchos años y quedé fascinada por el mundo creativo de Kipling al que seguí leyendo ("Los cuentos de así fue" también es muy bonito). Completamente de acuerdo en todo lo que dices y desde luego no tiene nada que ver ese Libro de la Selva de Disney con el de Kipling. Un saludo

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  3. Por supuesto que el libro de Kipling tiene que ver con el "Libro de la Selva" de Disney, tanto en su versión de 1967 como en la de 2016. En ambas late el amor a la naturaleza, la fraternidad y comunión entre el hombre y los animales, nuestros hermanos y la visión de la selva como un paraíso primigenio en la que el hombre encuentra la felicidad.

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