sábado, 25 de abril de 2015

12. El Retrato De Dorian Gray. Oscar Wilde.

Traducción de María Cóndor Orduña
Ilustración de Jordi Vila Delclòs
Oscar Wilde, cuando escribió su única novela, -un paso más en su búsqueda esteticista de la belleza, con claro sabor gótico y decadente-, nunca imaginó que Dorian Gray terminaría declarando en su contra en el juicio al que fue sometido en 1895 por sodomía y por el que, tras ser declarado culpable, fue condenado a dos años de trabajos forzados; costándole -cual novela de terror-  su prestigio y estabilidad económica, social y personal, hasta el triste final de su corta vida. De nada le sirvió su brillante ingenio ante un tribunal y una sociedad victoriana que no solo le consideraba el más extravagante de sus intelectuales, sino que utilizaron la novela como prueba de su "depravación" moral. "No se puede juzgar a un hombre por lo que escribe", diría Wilde en el proceso. Y es que aunque había hecho cambios previos a la primera edición (1890), moderando algunos pasajes homoeróticos; las críticas negativas a la versión ampliada (1891) que calificaban al texto como "empalagoso, nauseabundo, afeminado, sucio, contaminante", y como una obra que "mancharía a los jóvenes", siguieron sirviendo en el juicio  como prueba contra él.
Ilustración de Pau Thiriat
Grabado de Eugène Dete
para la 1ª edición ilustrada en 1910
Dichas críticas habían sido contestadas en el Prefacio de la 2ª edición: "No hay libros morales o inmorales. Los libros están bien escritos o mal escritos. Eso es todo." (...) "Quienes interpretan el símbolo lo hacen a su propio riesgo". Sus detractores, después verdugos, interpretaron que Wilde, -al igual que Basil Hallward, el pintor de el retrato de Dorian Gray- "había mostrado en su obra el secreto de su propia alma".
Y es que al joven y apuesto Dorian va a cumplírsele el deseo faustiano de que sea su retrato quien sufra la decadencia corporal y moral de su narcisista personalidad y de su extremo hedonismo vital. Mientras la pureza, fielmente retratada en el cuadro, desaparece de cada uno de sus actos; la maldad, el egoísmo, la perversidad... no dejarán marca en su semblante, pero si en el lienzo. El deseo de eterna juventud y la búsqueda inexcusable del placer terminarán convirtiéndose en tragedia. "La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno sea joven".
Ilustraciones de Henry Keen, edición de 1925
Wilde diría que los personajes de la novela eran, de alguna manera, un reflejo de sí mismo: "Basil Hallward es lo que creo que soy; Lord Henry lo que el mundo piensa de mi; Dorian lo que me gustaría ser en otras edades, tal vez." En nada se parecen Basil -el sensible artista en continua búsqueda de una nueva belleza- y  Lord Henry, -la máxima representación del dandismo y la elocuencia-. El "Príncipe Paradoja" como le llama Dorian: "Sacrificarías a cualquiera, Harry, por un epigrama". Lord Henry Wotton -Harry-, un maestro de la oratoria, que a base de histriónicas paradojas, irónicos aforismos y sugerentes epigramas inculcará en Dorian el deseo por la belleza del placer.  "La búsqueda de la belleza es el verdadero secreto de la vida" (...) "Busque siempre nuevas sensaciones. Un nuevo hedonismo: eso es lo que necesita nuestro siglo". A través de su aplaudido y cínico ingenio, Wilde criticará la hipócrita moral victoriana. "Conforme hablaba, el elogio de la estupidez se elevó a filosofía." (...) "Estuvo brillante, fantástico, irresponsable. Arrebató a sus oyentes, que se fueron riendo detrás de su flauta." Y lo que a veces, para el Lord, no era más que juegos de palabras para entretener o producir admiración de salón; para Dorian Gray se convertían en fundamentos de su visión del mundo. "Me gustan las personas más que los principios, y las personas sin principios me gustan más que nada en el mundo" (...) "Solo hay una cosa en el mundo peor que el que hablen de uno, y es que no hablen de uno" (...) "La única manera de librarse de una tentación es ceder a ella" (...) "Nada puede curar el alma sino los sentidos..." (...) "la juventud es lo único que merece la pena poseer."
Ilustración en pantalla de Aubrey Beardsley
Ilustración de Jordi Vila Delclòs
Como dice el profesor Martinez Victorio: "La paradoja atraviesa toda la obra de Wilde. Su objetivo es la exhibición y el disfrute de lo subversivo, pero en un contexto de ambigüedad ideológica que le permita escapar indemne ante la reacción puritana." Un claro ejemplo es su aceptación del patriarcado victoriano que muestra en forma de misoginia. En la novela insistentemente mostrada por el elocuente Lord Henry, quien se refiere a la mujer, como: "Esfinges sin secreto" (...) "Son deliciosamente artificiales, pero carecen de sentimiento artístico" (...) "nos inspiran el deseo de hacer obras maestras y siempre nos impiden realizarlas" (...) "¡Qué cosa tan horrorosa la memoria de una mujer! ... ¿Y qué extremo estancamiento intelectual revela!" (...) "Tienen unos instintos maravillosamente primitivos. Las hemos emancipado, pero siguen siendo esclavas que buscan un amo, de todas maneras, les encanta que las dominen". 
Dorian Gray, el joven bello e inmaculado de quien Basil Hallward diría: "alguien cuya mera personalidad era tan fascinante que, si yo lo permitía, absorbería toda mi naturaleza, toda mi alma, mi arte mismo". Igualmente fascinaba a Lord Henry: "La gracia era suya, y la blanca pureza de la adolescencia, y una belleza como solo los antiguos mármoles griegos han conservado para nosotros." (...) "Hablar con él era como tocar un violín exquisito". Será en las largas charlas con el joven Dorian como Lord Henry interpretaría la partitura del deseo y el placer.
Retrato de Oscar Wilde y Dorian Gray
por Victoria De Almeida
 "...¿quién que supiera algo de la Vida renunciaría la oportunidad de seguir siempre joven, por fantástica que pudiera ser esa oportunidad y dejando de lado sus fatales consecuencias?" Dorian Gray no renunciaría a dicha oportunidad. "Aquel retrato sería el más mágico de los espejos para él" (...) "Y cuando el invierno se apoderara del retrato, él continuaría en pie donde la primavera tiembla a punto de dar paso al verano". (...) "Estaba cada vez más enamorado de su propia belleza, cada vez más interesado en la corrupción de su propia alma" (...) "Había momentos en los que veía el mal simplemente como una manera de hacer realidad su concepción de la belleza" (...) "sintió agudamente el terrible placer de la doble vida" (...) "La vida ha sido tu arte. Has hecho de ti música. Tus días son tus sonetos." 
Oscar Wilde retrató perfecta y críticamente a la sociedad de su época, recogiendo reflexiones sobre la vanidad, el narcisismo, el hedonismo, el individualismo, la arrogancia, la fidelidad, el amor, la belleza, la modernidad, la filantropía, la razón... y mostrando sus opiniones sobre la fama, la iglesia, el matrimonio, el arte, la literatura... centrándose en una preocupación ancestral y tan actual como el culto al cuerpo, a la belleza, a la apariencia, y el valor de lo joven, de lo aparentemente incorrupto y eterno.
"Hoy día la gente conoce el precio de todo, pero no sabe el valor de nada" (...) "Puedo soportar la fuerza bruta, pero la razón bruta es totalmente insoportable. Hay algo injusto en su uso." (...) "¡Fidelidad! En ella está la pasión por la propiedad. Tiraríamos muchas cosas si no temiéramos que pudieran recogerlas otros" (...) "son las personalidades, no los principios, los que mueven una época" (...) "Los hijos empiezan por querer a sus padres, cuando se hacen mayores los juzgan, a veces los perdonan" (...) "Cuando somos felices somos siempre buenos, pero cuando somos buenos no siempre somos felices." (...) "Los libros que el mundo llama inmorales son libros que muestran al mundo su propia vergüenza." (...) "Por recobrar la juventud haría cualquier cosa en el mundo, excepto hacer ejercicio, levantarme temprano o ser respetable".




"Como el retrato de un pesar,
un rostro sin corazón"
Hamlet. William Shakespeare.
Cádiz, abril de 2015


Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde
(Dublin, 16 de octubre de 1854 - Paris, 30 de noviembre de 1900)

2 comentarios:

  1. Clasicazo.
    Hoy traes un libro bastante recargado en sus formas pero tremendamente interesante, lleno de pensamientos que el autor utiliza para ir orientando al lector una y otra vez. Y todo ello sin deslucir la ironía de Wilde y su cinismo.
    Me gusta en los detalles, como el protagonista va dejando que la influencia de su amigo cale en él harta repetir los razonamientos ajenos, por ejemplo. Es muestra del cuidado con el que se hizo esa caracterización.
    Y, aunque los finales y yo tenemos roces, en este caso era inevitable
    Besos

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  2. Formidable reseña. No sabía que Oscar Wilde consideraba que los tres personajes de alguna forma reflejaban su propia personalidad. El ingenuo, el idealista y el cínico.

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